"...si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan.
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza; algo así como ¿Pio-pio-pi?"

Kurt Vonnegut. Matadero cinco o la cruzada de los niños.

"...para que pueda ocurrir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible..."

Herman Hesse.

"La vida es así, llena de palabras que no valen la pena, o que valieron y ya no valen, cada una de las que vamos diciendo le quitará el lugar a otra más merecedora, que lo sería no tanto por sí misma, sino por las consecuencias de hacerla dicho."

José Saramago. La Caverna.

"La guerra la hacen jóvenes que no se conocen y no se odian, pero se matan. La guerra la organizan viejos gordos que se conocen y se odian, pero no se matan."

Daniel Alegría, o Erik Flakoll.

"...si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice, y todo,
y en la calle codo a codo somos mucho más que dos..."

Mario Benedetti.

viernes, 24 de febrero de 2012

Know your enemy


        Es el título de mi disco favorito de Manic Street Preachers. Joder, el tema Find that soul es brutal. Sin embargo, olvidando esta intro, vuelvo hacia mi adorado Michael Stipe, who sings flailing like a banshee...

        “Empty prayers, empty mouths, combient reaction…
        …not everyone can carry the weight of the world…”


        “Plegarias vacías, bocas vacías, reacción en cadena…
        ...no todos pueden llevar encima el peso del mundo…”

        Talk about the passion, REM.

        ¿Sabéis lo que es para mí la realidad?

       Podría compararla con un sobrino molesto, ese que alguno de nosotros cuida un par de veces al mes para que nuestro hermano respire un poco. Estos infernales seres dedican el tiempo que pasan con nosotros a esconderse, salir desde detrás de una columna y darnos una patada en la espinilla, otras a llorar y enfadarse, y la mayoría de ellas a producir el mayor número de decibelios que sus pequeñas estructuras permiten…



    Sólo muy de vez en cuando nos premian con un abrazo y un beso. Cuando lo hacen, nos derretimos pensando que son estupendos, pero ese comportamiento desacostumbrado no suele ser más que una pequeña treta para putearnos cinco minutos más tarde…

      ¿Qué es, al fin y al cabo, la realidad? ¿La suma de los eventos que nos ocurren, quizá?
 
    El otro día tuve un pequeño tropiezo con un noticiario. No suelo seguirlos con atención; tienden a recordarme cosas que no quiero ver, que tienden a su vez a enervarme, con resultado de viaje a la farmacia y dispendio de una pasta en tranquilizantes homeopáticos (curioso el cuerpo humano; puede sobrevivir encerrando la felicidad en pastillas). Debería estar ocupándome de mi vida; hacer todo lo posible para ser feliz, que ya es bastante. Pero, a veces, es complicado. Por ello tiendo a ignorarlos a medias, como al maldito sobrino cabrón. Esta vez, sin embargo, salía una verdadera noticia: unos científicos rusos habían encontrado unas semillas de la edad del hielo, con alrededor de 30000 años de antigüedad, y mientras las fotografiaban en el laboratorio se dieron cuenta de que estaban comenzando a germinar, bajo la luz…

       Ahora tenemos entre nosotros plantas extinguidas durante la última glaciación.

       Si esto es posible, cualquier cosa lo es. Como aquel minúsculo trébol que ví una vez asomando desde la grieta de una baldosa en mi balcón. Si hubiese tenido cuatro hojas, hubiera podido creer estupideces como que Dios existe, o que mi media naranja existe.

      No sé si estos pensamientos los provocan la pura y dura falta de medicación o una tendencia al exceso de reflexión. En fin, continuemos...

       Lo malo del noticiario es que es un ente absolutamente libre y cabrón, como el sobrino, y poco a poco, tras ese agradable abrazo del principio, fue tornándose más oscuro. Ví cómo unos chavalitos, hartos de ir a su centro de estudios con mantas para combatir el frío (la calefacción en muchos centros de la Comunitat Valenciana está cortada por impago) hartos de la devaluación de la calidad de la educación que recibían, hartos de ver cómo el expresidente de su comunidad se escaqueaba del bochorno absoluto en su reciente juicio, hartos de que los estamentos políticos democráticamente elegidos que ejercen la labor de gobierno dilapiden el dinero de todos en infraestructuras como el desierto aeropuerto de Castellón sólo para llenar los bolsillos de algunos amigos (150 milloncejos, como el nuevo San Mamés, más o menos), hartos de tanta carísima Fórmula 1 y demás, salían a la calle sin romper un solo cristal para hacer lo que deberíamos hacer todos los que, en general, nos sentimos jodidos por esta gente:

       Manifestar su descontento.

       ¿Y qué hicieron aquellos que mandan?

       Ya lo sabéis: soltar a los perros.

       Lo más inquietante aparte de la violencia con que se emplearon los lacayos fue el comentario de su jefe, que se refería a la gente que estaba en la calle como “el enemigo”.

       “Enemigo” es la palabra que emplea el perro para despersonalizar, para convertir aquello que golpea en una masa de hijos de puta que le odian. Un enemigo no come, no duerme, no ama; sólo quiere que te jodas y que te jodas bien, un enemigo no puede ser tu hijo, tu hermana, tu padre, no puede ser el amiguito de tu hija (quizá sí, quién sabe); siempre está al acecho, siempre es el fiel reflejo de tu propio miedo, siempre dispuesto a acuchillarte por la espalda...

      Pero yo tengo otra definición de enemigo, colega. Supongo que la más sencilla sería don Antonio Moreno, jefe de la policía de Valencia, pero no; sabéis que yo nunca hago nada de manera fácil. Para esto, necesito ayuda; transcribiré íntegramente un minicuento que me llegó al correo, de un tal Roberto Gutiérrez Alcalá (no tengo ni pajolera idea de quién es, ni siquiera es un escritor conocido) que lo ilustra perfectamente...

       Toma cortapega. Tranquilos, no es largo...

      Desde mucho tiempo atrás sabía que tarde o temprano habría de toparme nuevamente con él. Por eso, cuando clavó sus ojos en los míos aquella mañana de invierno, experimenté cierto alivio: la espera, al fin, había terminado.

      Admito que consideré la posibilidad de darle la espalda y huir. No lo hice porque me di cuenta de que ese encuentro me brindaba lo que tanto ansiaba: resolver de una buena vez nuestras terribles diferencias.

      Me miró con un desprecio transparente, inmaculado. Con alguna pena comprendí entonces que el odio que yo le inspiraba no había disminuido un ápice. Pero, ¿de qué oscuro abismo procedía?, ¿qué tenebrosas fuerzas lo alimentaban? Muchas veces había intentado recordar algún ultraje, algún escarnio cruel y definitivo. Sin embargo, las ofensas que lograba hallar en mi memoria me parecían demasiado banales para dar pie a un odio como aquél, tan intenso, tan devastador.

     Él siempre había sido el perseguidor; y yo, el fugitivo, sin duda. A toda hora lo adivinaba al acecho, buscando la ocasión propicia para saltar sobre mí y despedazarme. Pero esa mañana, el miedo me abandonó súbitamente y sentí el irrefrenable impulso de suprimirlo, de acabar con él.
      El ruido del agua mitigaba el incesante ajetreo de la calle. Sin dejar de mirarme a los ojos, cogió la navaja de afeitar que descansaba sobre uno de los bordes del lavabo, la alzó a la altura de mi cuello y esbozó lo que pretendió ser una sonrisa. En ese instante creí advertir un vago anhelo de reconciliación en su mirada, pero no pude confirmarlo con un segundo vistazo porque, para entonces, el vapor proveniente del cubo de la regadera ya había cubierto prácticamente todo el espejo...


       El reflejo de tu propio miedo, don Antonio Moreno...

       Bueno, bastardos primermundistas, ya sabemos cual es el plan de los que mandan:
   
       Molernos las costillas cuando estemos descontentos.

     Supongo que esto tendrá algo que ver con aquella vacía plegaria que lanzaron millones y millones de personajes del estado al partido gobernante cuando depositaron su voto en la urna-papelera. Les dieron manga ancha para apalear, bajar sueldos, vacaciones, y de paso divagar sobre la constitucionalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo y sobre la ley del aborto, que cuando sea votada en el Congreso (se me ha escapado la mayúscula, perdón, son cosas de la ortografía) volverá a los supuestos de hace 30 años...

       Cosas ambas para mí, de vital transcendencia. Creo que para los votantes no tanto...

      Empty prayers, empty mouths, combient reaction... y ahora todos llevaremos el peso del mundo sobre nuestro cogote. Lo habitual cuando confías tu salvación a un político...

      Vuelve a don Antonio, que ya empiezas a divagar, pesao...

      ¿Por qué un perro, integrante del pueblo, al fin y al cabo, sale a machacar a sus hermanos a la calle? ¿No se dan cuenta de que en el momento en que toda esa masa funcionarial apaleante sobre, caerán también? ¿No ven que la gente está en la calle también por ellos, por sus hijos, por sus padres, por su sanidad, por sus derechos, ganados también a pedradas hace ya mucho tiempo?

       Tu enemigo está en la calle por , lacayo bienpagado de mierda.

      ¿Salen a la calle acaso a golpearse a sí mismos? ¿Sangran por nuestras heridas? ¿Sienten en sus costillas el crujido de las nuestras rompiéndose bajo el golpe de sus porras? ¿Sufren nuestro miedo en el interior de las celdas donde nos encierran por decir públicamente lo que pensamos?

      Quizá no. Quizá sean más estúpidos e insensibles (aún) de lo que yo pensaba.

      Don Toño, puede que un día te mires al espejo y te des cuenta de que has utilizado la hoja de afeitar para rebanar tu propia garganta. O peor aún; la garganta de tu hijo...

      Por ello, muchachos, deberíais salir a la calle a que os oigan cuando os parezca que estaría bien salir. Ya sea contra los recortes, contra el cierre de una fábrica, contra el racismo, o, incluso, contra el aborto, si os parece que debéis hacerlo (allí no me veréis, pero tranquilos, seguro que ningún perro os apaleará si pedís cosas sin sentido). Contra todo aquello que os joda, salid. Da igual que vayan a ir diez o cien mil personas, lo que haréis es más un trabajo interior que un propósito real...

       Os sentiréis mejores.

       Mañana sábado y el próximo miércoles son dos buenas oportunidades para hacerlo.

       Ojalá seamos tantos que no puedan con nosotros.

2 comentarios:

  1. Me gusta. No somos violentos, intentamos medir la respuesta que sea equitativa al ataque neoliberal.
    Si mis hijos pasan frío en el colegio, yo enciendo un contenedor para entrar en calor.

    Simple. Podemos comenzar con una huelga general y unos piquetes ¿informativos?

    Se ve que tú si que te das cuenta que el precio de los garbanzos también es política.
    Un abrazo.

    Y para acompañar al comentario...

    http://www.youtube.com/watch?v=mvdtAqywAwk&feature=fvst

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  2. Brutal hermano!!!!!

    Se ve que el tema de know you enemy es recurrente en la música rock.

    El precio de los garbanzos SIEMPRE es política. Y en otras partes del mundo muchísimo más...

    El miércoles nos vemos alzando el puño.

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