"...si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan.
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza; algo así como ¿Pio-pio-pi?"

Kurt Vonnegut. Matadero cinco o la cruzada de los niños.

"...para que pueda ocurrir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible..."

Herman Hesse.

"La vida es así, llena de palabras que no valen la pena, o que valieron y ya no valen, cada una de las que vamos diciendo le quitará el lugar a otra más merecedora, que lo sería no tanto por sí misma, sino por las consecuencias de hacerla dicho."

José Saramago. La Caverna.

"La guerra la hacen jóvenes que no se conocen y no se odian, pero se matan. La guerra la organizan viejos gordos que se conocen y se odian, pero no se matan."

Daniel Alegría, o Erik Flakoll.

"...si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice, y todo,
y en la calle codo a codo somos mucho más que dos..."

Mario Benedetti.

jueves, 2 de junio de 2011

Calvin Klein

            Normalmente circulamos por nuestro tiempo sin tomar completa conciencia de lo que nos ocurre realmente. El trabajo, los críos, fútbol, hipoteca, crisis, mañana, cena, aspiradora; llevamos tantas vendas en los ojos, tantos planes en la cabeza, que vamos dando cada paso como autómatas, pensando en otras cosas. A veces, hacen falta sorprendentes circunstancias para que caigamos en la cuenta de que; entre esa niebla, entre todas esas distracciones agobiantes que no nos dejan ver  lo que realmente nos duele o alegra, caminamos a veces sin una dirección definida, como escapando de la sartén para caer en las brasas…

            Esos distraídos pasos acabaron un sábado por llevarme frente al departamento de ropa interior masculina de El Corte Inglés. Caí entonces en la cuenta de dos cosas:

            1.- Debía intentar quedar con chicas, ergo, tenía que comprar ropa interior.

            2.- No tenía a nadie cerca a quien le importase una puta mierda qué calzoncillos iba a adquirir, porque estaba jodidamente solo. (qué curioso, el autocorrector insiste en cambiar “jodidamente” por “podidamente”. ¿Qué hostias será eso? Otra frase llena de subrayados en rojo…)

            Joder con la puta la niebla. Se estaba mejor atontado, sin saber nada. Tomar conciencia de lo que te ocurre es a veces una maldición. Esta circunstancia tan vulgar me hizo recordar una famosa frase de Truman Capote; pobre, si llega a saber que yo reflexionaba sobre la existencia pensando en él mientras curioseaba entre unas cajitas con fotos a todo color de paquetes de tíos muchísimo mejor dotados genéticamente que yo, cuyos precios no bajaban de 25 euracos en ninguno de los casos, se hubiera sentido cuando menos, incómodo…

            Sólo diré que no soy una persona feliz. Sólo los imbéciles o los idiotas son felices”

            Pensándolo bien quizá Capote no se hubiera sentido tan incómodo en los pensamientos de mi cabeza rodeado por fotos de paquetes de tíos. Era manifiestamente superficial y gay…

            Esa extraña coyuntura, en un lugar tan voluble y desapacible como el de mi mar interior, levantó un pequeño oleaje, colocando un peso invisible encima de mi esternón:

            Estoy solo.

            Ha hecho falta que tuviera que comprar calzones para que lo recordara. No es que nunca lo hubiera pensado antes, es que lo había olvidado por un tiempo. Hubiera sido mejor que pasara de largo y continuara cavilando felizmente sobre cualquiera otra chorrada, igual de banal pero menos jodida. Capote tenía razón, se es más feliz en la niebla, siendo un ignorante, pensando en los goles de Messi o en las puyas de los políticos; porque creo que hace falta cierta necesidad de medicación si acabas relacionando el hecho de tener que comprar unos Calvin Klein con estar solo, denota cierta obsesión por algún hecho sobre el que no tienes demasiado control. Seguramente tendré docenas de colegas que compran su ropa interior sin necesidad de asesoría externa, pero el hecho lamentable era que yo, en toda mi vida infantil y adulta, jamás había ido a comprar ropa interior para mí sin nadie a mi lado.

            Qué humillante falta de independencia. He de aprender demasiadas cosas aún; cosas absolutamente cotidianas; por ejemplo: cocinar para uno, estar en silencio durante horas sin tener que enriquecer a Vodafone llamando a alguien, no acabar hablando con el perro, conducir, viajar…

            …solo.

            Entonces, para acabar de rematarlo, me escuché diciendo a la vieja harpía/vendedora; que, vista mi actitud titubeante y poco decidida, y dada mi vestimenta, que delataba la basura social que soy, estaba firmemente plantada al lado del stand vigilando para que no me llevara ningún calzón sin pagar, lo siguiente:

            No tengo ni pajolera idea de cual es mi talla

            Empezó a descojonarse, la cabrona…

            Pagué con ese trozo de plástico coloreado que no hace más que darme problemas. Probablemente, mientras introducía el plástico en la ranura (qué poco erótico, por dios) la harpía se preguntaba qué puto criterio habría impulsado a un banco cualquiera a “regalar” aquella tarjeta de color predominantemente dorado a un puto manguán tan atontado y mal vestido como yo. Cosas de bancos, quién sabe por qué hacen lo que hacen…

            Curiosa también la velocidad de los actos de cada uno de nosotros. Yo viajo por mi existir al ritmo que se me antoja; no es positivo ni negativo; es sólo una extraña forma de obstinación. Por ejemplo, salvo imposibilidad física, no me detengo en los semáforos. Tampoco me lanzo de cabeza; no creo que hacer lo mismo que el ñu que no se molesta en esquivar las fauces del cocodrilo sea la opción más adecuada para llevar una existencia larga. Tampoco suelo correr para coger el tren. Acelero el paso levemente, lo justo para entrar por la puerta mientras suena la alarma… Ello me ha ocasionado montones de aburridas esperas, pero también cientos de inesperados encuentros con amigos, abortando esas aburridas esperas que precedían a insulsas tardes…

            ¿Y a qué viene esto? A que aquel día sí perdí el tren. Me iba a mi casa, no sin antes tomar una tomar una última cerveza con Alfonso, y a empaquetar para largarme el lunes de vacaciones…

            Y durante ese tiempo muerto en el que nada hacía excepto consumir el decimosexto “pueblo” del día, notando como el peso del esternón iba engordando por momentos, aburriéndome mientras contemplaba las volutas (joder, cómo me gusta esta palabra; volvería a leer “El halcón maltés” por la cantidad de veces que Dash Hammet repite la palabra “voluta”) de humo esfumarse clandestinamente hacia el cielo, al fondo del andén, para que el segurata no se diese cuenta y me obligase a apagarlo…

            …sonó el teléfono.

            ¿Por qué me siento solo? Mi teléfono siempre suena…

            -¿Te vienes a tomar una mientras Vir termina?

            Era Julen. Por supuesto que iba a ir, aunque eso me obligara a volver a salir y perder mi billete. Luego pagaría otro.

            Es curioso. Me sentía muchísimo mejor. Una simple cerveza pagada a precio de oro en un bar del centro compartida con un amigo es infinitamente más sana que el Prozac…

            El resto es fácil de contar. A la una se sumó otra, y luego otra más, y luego, tras llamar a Alfonso para que no se quedara solo y se viniera con nosotros, nos divertimos juntos hasta dios sabe qué hora. Supongo que ver a un idiota circulando por una acera que no era lo suficientemente ancha como para contener su errático trayecto con dos bolsas de la compra, una en cada mano, llenas de prendas pijas y calzoncillos, a altas horas de la madrugada, tenía que ser, cuando menos, curioso…

            Más o menos la mitad de curioso que ver a un hombre con dos bolsas de la compra deteniendo una columna de tanques…

            Hasta aquel día no había sabido cómo manejar esto. Antes de aquel punto temporal, no hacía más que preguntarme cuánto tardaría en autodestruirme; cuánto alcohol y drogas podrían filtrar mi hígado y mis riñones, hasta convertirme en pura ceniza, en humo zigzagueante al vaivén del viento. No podía sobrellevar esos sentimientos que sólo se expresan mediante las palabras: “me siento solo, tengo miedo, estoy perdido…”. Pero ahora, a pesar del manifiesto desequilibrio químico interno, ese que hace que el médico te recete pequeñas dosis encapsuladas de fármacos que te dejan baldado pero algo menos infeliz, tengo un par de nuevas tretas…

            Supongo que tendré que confiar aún más en mis colegas, y hacerles algo más de caso.

            Supongo que aquel día comenzó mi reconstrucción.
           
            No se vayan todavía, aún hay más…

            Las mañanas de resaca no suelen ser especialmente felices. Esta sí lo era, porque estaba preparando la maleta, me iba de vacaciones…

            -¿Y los calzoncillos?¿Dónde cojones se han quedado los calzoncillos?

            Perder los calzoncillos un sábado suele ser un motivo de orgullo, sean lo caros que sean. Pero esto… esto añade un par de puntos al grado de humillación al que puede ser sometido un idiota antes de empezar a pensar en ingresar en un monasterio.

            Terminadas las vacaciones, volví al Cortinglés a volver a resolver el problema, que, a pesar de ínfimo, banal, y vulgar, necesitaba igualmente ser resuelto.

            Allí estaba la harpía.

            Me recordaba.

            Ya no me miraba como a un chorizo de grandes almacenes.

            Me miraba como quien ve a un pedazo de gilipollas.

7 comentarios:

  1. Hola Mellow,
    no me parece un gilipollas aquél que profundiza tanto en su propia existencia.
    Un gilipollas es otro tipo de persona que abunda en esta puta vida, que no tiene consciencia de su propia esclavitud ¿alguno conocemos no?,
    Tienes muchos amigos, ¿cómo lo haces?, ¿has empezado a creer en el ser humano?
    Un abrazo mi buen amigo.

    ResponderEliminar
  2. Hola Mellow!

    Qué bien relatas!,nadie que relate así es bobo,ni esclavo,ni autodestructivo,más un ser demasiado sensible para cargar con este peso llamado sociedad del "progreso".

    Y pensar que cualquier ser humano desnudo es más bello...Tal vez,digo,tal vez si nos viésemos,sintiésemos desnudos de todo no estaríamos tan solos.

    Este Clavin Klein es el propició modelos anoréxicos ...esperar que un calzonzillo de este berzotas alcance la belleza de un hombre,es querer mucho.

    Gracias,me encantó!
    Un beso.
    PIPO

    ResponderEliminar
  3. Gracias a vosotros...

    La cosa es que esta pequeña historia tiene también un pequeño epílogo:

    Mi amigo Lander apareció en la concentración del Arriaga haciendo una entrada triunfal, en plan reinona, como siempre, diciendo:

    - Joder, un compañero me ha regalado unos calzoncillos cojonudos, unos Clavin Klein, que estaban dentro de la caja y todo...

    - ¿De qué color eran? -pregunté yo, extrañado.

    - Negros.-respondió bajándose levemente su pantalón un poco demasiado estrecho...

    - ¡Mierda, son los míos!

    Total, ahora no estoy seguro de querer recuperarlos...

    ResponderEliminar
  4. Por cierto, respondiendo un poco a medias; una de las mejores cosas que me ha ocurrido desde que estoy tan jodido es que he cambiado completamente mi dogma conceptual sobre el ser humano...

    Ahora creo en él. Creo en vosotros. Creo en mí. Es una de las mejores cosas que me han ocurrido en la existencia.

    Gracias por ayudarme a ser mejor.

    ResponderEliminar
  5. Espero que Lander no haga lo que hacen muchos aquí por las playas.Calzoncillo y encima el bañador,con la etiqueta típica del Calvin enseñando insinuosamente.Qué enseñen otras cosas !!!,por Bisu !!!!! JAJAJAJAJAJA.

    Pongámosle a Landeres musiquita..jejejeejeje

    http://youtu.be/aSptcelZ-xI



    De nada.

    PIPO

    ResponderEliminar
  6. Ya eres el mejor Melowww!!!!!, sólo hay que creerselo, y tu lo vales,seguro (no es un anuncio de L´Oreal)

    Más besos,
    PIPO

    ResponderEliminar
  7. Melowwww, feliz fin de semana!!!

    No te preocupes por los calzoncillos,mejor muestra ese rostro de poeta contemporáneo ...jejejeje.

    besos!!!
    PIPO

    ResponderEliminar