"...si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan.
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza; algo así como ¿Pio-pio-pi?"

Kurt Vonnegut. Matadero cinco o la cruzada de los niños.

"...para que pueda ocurrir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible..."

Herman Hesse.

"La vida es así, llena de palabras que no valen la pena, o que valieron y ya no valen, cada una de las que vamos diciendo le quitará el lugar a otra más merecedora, que lo sería no tanto por sí misma, sino por las consecuencias de hacerla dicho."

José Saramago. La Caverna.

"La guerra la hacen jóvenes que no se conocen y no se odian, pero se matan. La guerra la organizan viejos gordos que se conocen y se odian, pero no se matan."

Daniel Alegría, o Erik Flakoll.

"...si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice, y todo,
y en la calle codo a codo somos mucho más que dos..."

Mario Benedetti.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Time waits for nobody...

Time, waits for nobody…
Time, waits for no one…

Nos lo servía el recientemente conmemorado Freddie Mercury, en forma de intragable melaza sónica poco antes de morir. Era uno de esos refritos extraídos de un musical, que el increíble chorro de voz de Freddie coloreaba de su particular manera, sin que ese detalle le diese aún así el más mínimo interés. Todo ello por supuesto evaluado mediante mi perversamente retorcida vara de medir…

¿Por qué la mala música tiende a recordarse tanto como la buena? ¿Por qué soy capaz de recitar de memoria algún tema del idiota de Melendi mientras he sido incapaz de memorizar la letra de Like a Rolling Stone?

Estás podrido, Mellow…

Al grano. Abro mi blog y veo que la última entrada es del 9 de junio. Hoy es 28 de noviembre. Como en toda suma de cualquier contable del estado que se precie mis cálculos tienden a ser poco exactos; no sé , ¿cinco meses y medio? Es mucho, mucho tiempo. El último comentario al último post se reduce a un lacónico TOC TOC del 16 de noviembre de mi buen colega Menta, onomatopeya que bien puede interpretarse como una llamada a mi puerta o un pequeño par de pataditas en los testículos…


En todo ese lapso he decidido caminar alrededor de todo lo consustancial a la existencia sin detenerme demasiado a reflexionar sobre ello. Me he dedicado a vivir, pasando de puntillas por cosas que en otros tiempos me hubieran sacado de quicio, que hubieran hecho hervir mi sangre. Durante este transcurrir decidí olvidar que el 21 de septiembre, en un tercermundista estado que se precia de ser the land of the free, home of the brave, ejecutaron a un hombre llamado Troy Anthony Davis tras pasar 20 de sus 41 años de vida en el corredor de la muerte, a pesar de que todos los testigos que declararon contra él se retractaron más tarde, no sin antes señalar realizaron la primera declaración bajo amenazas policiales. No sirvieron de mucho las súplicas de cientos de asociaciones de derechos civiles, ni las manifestaciones de ciudadanos en la calle, ni la petición expresa de su santidad Ratazinger Z de que se reabriese su caso, de que se juzgase de nuevo a aquel presunto inocente. Justicia de hombre blanco. Ni siquiera la gran esperanza negra, el señor Obama, reaccionó ante la evidencia, por miedo a mermar su número de votantes. Curiosa costumbre la de los políticos: aceptar con ojos cerrados votos de hijos de puta mientras dejan que su ideal, vehículo para mejorar el mundo, maravillosa ficción que en un principio nos venden como motivo para hacerles llegar al poder, se pudra en el mismo vertedero que la desgastada mentira de sus enemigos…

¿No es increíble que el papa y yo podamos estar de acuerdo en algo? Esto no pasaba desde la guerra de Irak, por lo menos…

Tampoco dije nada cuando tiraron Kukutza; cuando los hijos de puta de siempre aporrearon a la multitud que se manifestaba pacíficamente (no es este un ejercicio de absoluta exactitud; alguna piedra voló hacia las tanquetas, pero no importa: son blindadas) en la calle y derribaron el gaztetxe (por cierto; es la segunda vez que dices hijos de puta; deberías moderar tu lenguaje, no porque los aludidos no sean tales, sino más bien por una cuestión estilística… el diccionario de sinónimos no me tira en este ordenata, estoy perdido). De nuevo nuestros amados amos demostraron que para ser político sólo hacen falta una crónica sordera, ceguera, y falta de escrúpulos.

Y llegando hasta el pasado más reciente, tampoco dije nada cuando Zapatoy cedió el testigo a su hermano gemelo, no sin antes dar las gracias al voto de millones de despistados en paro. Nada podemos recriminar a nadie; la democracia es así, nosotros elegimos, nosotros padeceremos.

Y así tantas y tantas cosas que decidí olvidar...

¿Por qué me está saliendo un post tan político? Joer, nada metafísico, nada verdaderamente interesante…

No escribí porque estaba consumiendo mi tiempo. Ocupado en cosas muchísimo más interesantes, cohabitando en pecado con mi envejecer. Hice cosas geniales y aburridas; algunas me imbuyeron ideas sobre las que reflexionaré en otro momento, si tengo ganas de escribir, claro. Pasé algunos de los momentos más gloriosos de mi existencia, y otros que fueron perfectamente olvidables. Todo ello dentro de mi lapso temporal, mi maravillosa y extravagante vida.

Y, en general, fui feliz. No todo el tiempo, claro, pero lo fui.

Si no lo hubiera sido, probablemente hubiese escrito muchísimo más.

Por ello pido perdón a los pocos lectores que siempre he tenido, a aquellos que tenían la sorprendente costumbre de gastar algunos minutos de sus igualmente maravillosas y extravagantes existencias en leer aquello que yo tenía el irrefrenable impulso de contarles. He recibido alguna que otra petición de que retomara el hábito de dar la brasa; no demasiadas, para qué mentir, pero todas vinieron de personas a las que adoro; por ello voy a autocomplacerme, porque de sobra sabéis que este personaje que os habla sin veros casi siempre hace lo que le viene en gana, amigos...

           Este blog nació como simple vertedero de mis angustias personales, de ahí el curioso nombre. Suponía que una vez terminado el proceso reconstructivo debía morir, tenía una fecha de caducidad, y después de aquel último post, apodado el cortavenas por mi querido amigo Menta, pensé que no tenía sentido volcar en ningún lugar mis tonterías; no quería traspasar a mis colegas ese pesar que yo liberaba, y además, mi tiempo veraniego y otoñal ha sido divertidísimo, y a ratos, agotador, creedme...


De lo que no me daba cuenta entre juerga y juerga era de que la vida es un continuo ir y venir de reconstrucciones. De que este proceso sólo termina cuando se acaba nuestro plazo, los momentos que aún están por transcurrir.

Nuestro tiempo.

Curioso invento humano. Conjeturando, porque tiendo a inventarme cosas cuando desconozco su origen, imagino a alguno de los primeros sapiens viendo pasar los días, las estaciones, viendo madurar los frutos en el árbol al paso de los días, sintiendo cómo con el suave deslizarse de las horas se veía obligado a volver a cazar porque el hambre le pinchaba de nuevo en el estómago, observando el crecer de sus uñas, de su pelo, sintiéndose cada vez más frágil y cansado a medida que su viaje iba terminándose. De alguna manera había que llamar a aquel plazo, a aquella cosa que estaba acabando con él...

Y así, supongo yo, nació el esclavizador concepto.

Todos nosotros hemos consumido ya una buena parte del que nos regalaron al nacer. El mundo, o physis según los filósofos griegos, es una realidad diversa que se halla en continua y perpetua transformación, reconstrucción (qué útil a veces la wikipedia, me alegro de que sea gratix). El tiempo cambia, transforma, mejora, empeora. Esos minúsculos espasmos del segundero hacen que llegue la siguiente cosecha, que termine la niñez y la agobiante adolescencia (sólo en algunos casos), las alubias terminen de cocerse en la olla de tu abuela, tus hijos se vayan por fin de casa, ese inexorable cabronazo es el que conseguirá que dentro de unos quince años yo padezca problemillas tan divertidos como la disfunción eréctil, y que las chicas (sí, hemos llegado a un punto de la historia en el que una mujer de treintaymuchos es una encantadora chica) que me gustan comiencen a padecer sofocos y a acumular kilos en sus maravillosas estructuras; el tiempo es quien al final convertirá todo aquello conocido y desconocido en un minúsculo agujero negro según la teoría del universo pulsátil, y entonces toda la masa y energía que existe, incluida aquella que tu cuerpo mueve en este sistema, querido lector, estará concentrada en un único punto sin magnitud...

Y entonces todo comenzará.

Otra vez.

Si la física es tan perfectamente cabrona como sospecho que es, tus mismos fracasos, tus mismos éxitos...

La personas felices deberían estar encantadas ante esta perspectiva, ¿no?

Y, de nuevo contable de cálculos inexactos, creo (qué fácil es creer cuando eres un poco ignorante) que dentro de aproximadamente 20.000 millones de años estarás otra vez leyendo estas líneas, después de haber sido tan maravillosamente feliz o desgarradoramente desgraciado como hayas sido hasta hoy. (nota, lector, 2 cosas: 1ª: uso demasiado los paréntesis; 2ª: el tiempo verbal “hayas” es un subjuntivo, no un condicional. Supongo que con esto quiero decir que lo que hayas sido ya no puedes cambiarlo, sólo tienes poder sobre lo que podrías ser)

Por ello es tan importante que aproveches el tiempo que se te ha dado, que ames tu maravillosa y extravagante vida, que olvides el miedo a vivir y a cometer errores durante la existencia. Aunque corras el riesgo de volver a cagarla infinitas veces, peor será tener pánico al fracaso en un igual número de vidas...

No sea que de vez en cuando las locas teorías especulativas de algunos científicos y las tesis de algunos filósofos desquiciados vayan a ser ciertas...

Mellow and his foolosophy are back...

2 comentarios:

  1. Plas, plas, plas excepcional, deprimente y positivo a la vez. Lo has bordado.
    No se lo que es la felicidad, creo que sólo existen momentos felices, no creo que haya gente feliz de continuo, a lo sumo los necios. Pero desde luego, pienso que en esos momentos no somos conscientes de la crueldad de la misma existencia.
    Amargarse la vida con memeces es de memos. Pero este hijo de puta que tenemos por cerebro a veces va por el lado contrario de la voluntad.
    Me ha alegrado mucho tu regreso.

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