¿Resaca?

Sí, resaca.

Una de las palabras que más utilizo. Una de las circunstancias que más me acompaña. Casi cada viernes, sábado y domingo. Me imagino que estoy levemente influido por el estilo de vida del viejo hijo de la gran puta, Bukowsky…

Hay muchas personas que no saben lo que es una resaca. Algunos no han bebido jamás. No han conocido la alegría que produce el compartir unas cuantas buenas botellas de crianza y un chuletón con personas a las que aprecias. Tampoco tienen ni idea de lo que puede aportar el estar por ahí hasta altas horas, por el casco viejo, diciendo estupideces a diestro y siniestro. Otros confunden con una fiesta un acto tan vulgar y cotidiano como equivocarse de partido en el que depositar tu confianza, o fiar un futuro que sólo tú puedes cambiar a un ser corrupto y hambriento de poder...

La fiesta, madre soltera de la resaca…

No me malinterpretéis. No es este post un elogio a las virtudes de la vida etílica; pienso más o menos igual que el protagonista de “Trainspotting”, excelente libro cuasi-filosófico de Irvine Welsh, que decía: “conozco a yonquis, porretanos y maníacos del speed pero la peña más hecha polvo que conozco a causa de las drogas son los privosos”

Como toda cita sacada de un libro, no es cierta al 100%, supongo…

Volviendo al tema de inicio, me jode un poco la manida puñetera estructura gramatical: “resaca postelectoral”. El lunes la oí una buena docenita de veces.

Estos idiotas no tienen colegas con los que salir, no han estado de fiesta en su puta vida...

En lo único que se parece esta resaca a la postfestiva es en que tengo un poco de bajón, estoy depre. Ha ganado el que se esperaba, el contrario de sí mismo.

Pero bueno, ¿qué esperábamos? Como acabo de afirmar en el blog de Menta, Zapatoy y Rajero, cuando se encontraban en los pasillos del congreso, creían que se habían topado con un espejo. El votante medio los miraba y no los distinguía. Para castigar al uno bastaba con echar en la urna-papelera el voto del contrario. Una decisión ¿inteligente?

Supongo que sí. ¿o no?

Quién sabe, señor Frodo…

¿Pensáis realmente que las cosas van a ir a peor? ¿Creéis acaso que cuando el PP llegue al poder derogará la ley del matrimonio homosexual? ¿Que privatizará la sanidad? ¿Que despedirá a los funcionarios? ¿Qué reinstaurará los diezmos, y la mili obligatoria? ¿Que invadirá Marruecos, si el viento viene de Levante? ¿Que hará falta un certificado del cura, que diga que eres afecto al régimen, para encontrar trabajo? ¿Que quitará el canon de la SGAE?

Nada de esto ocurrirá, bastardos primermundistas…

Por lo menos no lo del matrimonio homosexual, porque muchos de ellos votan.

¿Creéis realmente que el PP no va a traicionar a los que le votan siempre?

Tiempo al tiempo. A mí, al menos, me han traicionado todos y cada uno de los políticos a los que dí mi papeleta.

¿Creéis que ese espejo socialdemócrata-democristiano va a romperse alguna vez?

Ejemplos de conductas simétricas en antónimos políticos se han dado siempre. Fijáos si no en el premio Nobel de la Paz (Paz con mayúsculas, qué bonito). ¿Cuánto ha tardado en bombardear un país del tercer mundo?

Como todos sus ancestros en el poder, la gran esperanza negra nos traicionó a todos...

Desconfía de cualquiera que quiera mandar. Tu trabajo no termina al elegirle; hay que vigilarle. Hay que obligarle a hacer lo que tú quieres que haga…

¿cómo?

Aquí lo tienes…

Baleares

Bilbao

Barcelona

Pamplona

Barcelona

Oviedo

Esto es lo bueno, con lo que hemos de quedarnos. Los ciudadanos normales han tomado la calle, hartos de la misma mierda de siempre. Esto es lo que hacía falta, mucho más que cualquier cambio político, mucho más que cambiar un Zapatoy por un Rajero, un idiota por un idiota, un mangante por otro...

No te escuchan. Ninguno.

Ahora, ya está claro. Somos nosotros contra ellos…